1028 “LA CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
YO
TENGO UN YERNO
¿Y qué? –dirán algunos—casi todo el
mundo tiene un yerno, o muchos. Pero el
mío es diferente y cae dentro de la categoría de esos seres tan especiales que
constituyen un orgullo no solo para su familia y amigos, sino para la especie;
incluso para el juicio de un viejo
intolerante como su suegro, quien ha situado para los hombres, a una altura casi
inalcanzable, la condición de “persona”.
Él pertenece a ese tipo de seres que son
un ejemplo de rectitud y corrección; de condición humana que sobrepuja los
límites de las características sociales normales. Es uno de esos raros especímenes sobre cuyos
hombres recae el terrible privilegio de impedir que los dioses nos borren de la
faz de la tierra. O que tomen la
decisión de eliminar a todos aquellos mortales que no cumplimos los requisitos
mínimos del derecho a la vida. Mi yerno
es una buena persona, un hombre moral que se encuentra muy por encima del
promedio de los seres tolerables que he conocido en mi larga vida. Y creo que ese es el mayor elogio que le
puedo prodigar a alguien.
Cuando lo conocí, hace todos los
años que tiene de vida mi nietecita Laura, más uno, confieso que me fue
casi indiferente; solo era alguien que
atravesó la ruta de su vida por mi camino.
Nada más. Pero en todos estos
largos años de lucha en las que lo he observado, se ha ganado no solo mi
aprecio profundo sino mi total respeto. Y
no es que mi opinión deba importarle un tacaco, pues estoy seguro de que su
conducta es así, porque así es, y no por complacer la opinión de nadie. Don Verner, es usted todo un Señor; un marido
excelente, un caballero a carta cabal; además, un padre correcto, bondadoso y
preocupado por el bienestar de sus hijas.
Más allá del simple deber de buen proveedor, usted ha sido ese Peñón de
Gibraltar sobre el cual han podido apoyarse con plena confianza mis adorables
nietas. Usted ha cumplido con todas las
expectativas que se tienen sobre un buen padre… y yo diría que mucho más. Consérvese tranquilo y satisfecho; la labor
fue realizada exitosamente. Aró, sembró,
regó y obtuvo una buena cosecha. Nada
hay que lamentar, y lo que se salió del canasto, es algo que solo está en las
manos del Destino, o Dios, si usted prefiere ese nombre.
Ahora es tiempo de descanso, la
tarea casi ha terminado; y usted, lejos de lamentar, debe sentirse profundamente
orgulloso de su labor como padre, marido, amigo y yerno. Sobre todo, esto último (porque soy muy
exigente) porque como dije: para mí, muy pocos individuos alcanzan la categoría
de PERSONAS. Y usted es una de esas
pocas PERSONAS, gracias a las cuales siento un hilo de esperanza por la
humanidad.
Y por favor, no se le ocurra darme
las gracias por esta declaración, pues lejos de ser un hueco panegírico, solo
es un pobre, casi mezquino, reconocimiento a las condiciones morales de un hijo
entrañable, a quien admiro sobremanera dentro de ese pequeño círculo de hombres
y mujeres a los que estimo por encima de casi todo.
Que los dioses lo bendigan y le sirvan
de broquel ante lo que sea.
“Su suegro preferido” RIS
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