548 “LA CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL
CUERPO HUMANO ES BELLO… PERO EL CEREBRO, DIVINO
El corazón es un músculo noble,
poderoso, fiel a su tarea y, según las religiones, depósito del bien y del
mal. El hígado es de una complejidad
asombrosa; es el laboratorio químico más misterioso y eficiente que podamos
imaginar; tenaz y decidido a cumplir su labor aunque sea en contra de la
voluntad de su dueño y de las agresiones a las cuales es sometido. Incluso de las mutilaciones, pues es el único
órgano humano capaz de reproducirse, tan importante es su trabajo. Cerca la andan los humildes riñones y su
trabajo purificador del fluido vital. Tampoco
olvidemos al poderoso y tolerantes estómago y su paciencia y buena voluntad
ante la tortura permanente a la cual lo sometemos todos los días, a todas
horas, durante años. En igual posición
están los pulmones, esos prodigios que llevan la vida a nuestra sangre. Las otras glandulitas también son dignas de
reconocimiento y cariño de “nuestra” parte. Y aunque todos ellos tengan su
programa genético perfecto, su memoria, lenguaje hormonal y nervioso para la
coordinación militar de funciones del sistema, ninguno se aproxima, ni
remotamente, a lo que es el CEREBRO. Un instrumento
tan perfecto y maravilloso que ni siquiera los ángeles poseen. Tal es su importancia, que la Naturaleza le ha
fabricado un blindaje excepcional para su protección, en lo más elevado de
nuestro cuerpo.
En él vivimos, en él se encuentra el
núcleo de lo que somos o creemos ser, pues todo concepto de consciencia parte
de ahí, se ubica ahí; detrás de los ojos está la maquinaria de pensar. Adonde llega todo, de donde parte todo. Vemos,
oímos, olemos, gustamos y tocamos con
el cerebro. Aunque sea en forma
primitiva e ineficiente, se puede intentar un cambio de corazón, riñones,
pulmones e incluso del hígado; se puede alargar la vida de pacientes (no por
mucho tiempo ni con naturalidad) si se les cambia uno de esos órganos, pero el cerebro
no permite absolutamente nada, ni que lo toquen. Estamos muy lejos de poder hacerlo, y más
lejos todavía de comprender la naturaleza de su labor. Ni siquiera las de nivel fisiológico y
bioquímico, y mucho menos, las sicológicas o las metafísicas. En cuanto al alcance de sus posibilidades,
estamos en tinieblas. Sobre todo,
aquellos que suponen que solo es una especie de computadora con actividad electroquímica
(nerviosa y hormonal) para mantener las funciones vitales de un cuerpo.
El cerebro realiza la maravilla de
captar del espacio un material llamado ideas,
y valiéndose del aparato fonador, lo convierte en lenguaje. Desde luego que también cuenta con un
departamento conocido como Memoria,
en el cual almacena infinidad de datos que le son suministrados por los
sentidos físicos, la “enseñanza”, sus propias reflexiones, el mundo de su
entorno y aquel sobre el cual suele fantasear para enriquecer su bagaje. Mucho más allá del Yo y de nuestra voluntad,
tiene su propia dinámica que NO es controlada
por nosotros, y que se adentra en la penumbra de un mundo del que estamos muy
lejos de comprender y que, por más esfuerzos que hagamos, tenemos un “hasta
aquí” en nuestras actuales formas de inquirir en relación con lo que es capaz
de hacer. La principal falla que se
comete con él, es considerar que solo es un instrumento biológico o anatómico, en
lugar de verlo como el núcleo de la Divinidad en nosotros. ¿Cómo realiza sus funciones de mediador entre
lo físico y lo suprafísico? ¿Cómo lo
hace? Muy pocos lo saben. Para los que creen solo en la función física
de este órgano, esto es un enigma irresoluble.
Para los que suponen que este solo es una especie de disco duro en donde
se graba información para luego ser solicitada, sus acciones son una verdadera
y terrible sorpresa, pues el cerebro es capaz de recibir cierta información y procesarla mediante la reflexión, para
producir un resultado intelectual enteramente distinto y desconcertante.
¿Es ahí la residencia de nuestro
dios personal? ¿Es en él donde habita la consciencia, el alma
o espíritu, la inteligencia, el YO,
la memoria, la MENTE y todos los
moradores del umbral que constituyen nuestra Personalidad? ¿Es a través de él que, de manera
inconsciente, logramos nuestro contacto con los mundos que están más allá de
nuestros limitados órganos de percepción física? ¿Están allí los receptores metafísicos que nos ponen en comunicación directa con
los dioses y el universo? ¿Cómo es que
este “captura” la inspiración, tema
tan manoseado como incomprendido? Y
algo muy importante ¿a qué se dedica cuando estamos durmiendo? En sus ratos de ocio, cuando dejamos de
molestarlo con tonterías y preocupaciones, también tiene sus momentos de buen
humor y nos atrapa, sumerge y zarandea en una actividad muy divertida que
conocemos como sueños, pero de los cuales es muy poco lo que sabemos. Pero, ¿participa plenamente de esas aventuras
del Yo, consciencia o lo que sea? Y
cuando soñamos, ¿qué es lo que “sale” de nosotros para tomar parte en esa
actividad lúdica? Algunos sugieren que tenemos dos cerebros: uno físico y otro
“espiritual”, para definirlo de una manera clásica. Y es ahí donde la brecha de la ignorancia del
hombre se hace descorazonadora.
El cerebro humano es el misterio de
los misterios, pero mientras los hombres nos empecinemos en estudiarlo solo
desde el punto de vista de las sinapsis, el enigma seguirá tan impenetrable
como el de la vida y la muerte. Es el
umbral, la puerta de entrada al mundo de lo que hasta ahora solo ha sido una
fantasía y una promesa para la especie.
En este se encuentran todas las respuestas, pero estas no son solo
impulsos nerviosos o químicos; esos son para el cuerpo físico, pero para el
Hombre verdadero, el camino en la búsqueda de respuestas plenas es otro. Interróguelo, él es el receptor, el
intermediario entre usted (el YO) y
ese plano que tanto le intriga; por esa única vía le llegarán todas las
explicaciones de los arcanos; solo tiene que oír con el oído interno, con cuidado, en silencio, sin razonar ni argumentar,
en paz, sin porfiar, sin filosofía ni religión, y la Voz surgirá.
Que
la paz sea con ustedes
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S. Correo: rhizaguirre@gmail.com
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