martes, 23 de octubre de 2012

548 El cuerpo es bello... pero el cerebro, divino.



548    LA CHISPA        
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL CUERPO HUMANO ES BELLO… PERO EL CEREBRO, DIVINO

            El corazón es un músculo noble, poderoso, fiel a su tarea y, según las religiones, depósito del bien y del mal.  El hígado es de una complejidad asombrosa; es el laboratorio químico más misterioso y eficiente que podamos imaginar; tenaz y decidido a cumplir su labor aunque sea en contra de la voluntad de su dueño y de las agresiones a las cuales es sometido.  Incluso de las mutilaciones, pues es el único órgano humano capaz de reproducirse, tan importante es su trabajo.  Cerca la andan los humildes riñones y su trabajo purificador del fluido vital.  Tampoco olvidemos al poderoso y tolerantes estómago y su paciencia y buena voluntad ante la tortura permanente a la cual lo sometemos todos los días, a todas horas, durante años.  En igual posición están los pulmones, esos prodigios que llevan la vida a nuestra sangre.  Las otras glandulitas también son dignas de reconocimiento y cariño de “nuestra” parte. Y aunque todos ellos tengan su programa genético perfecto, su memoria, lenguaje hormonal y nervioso para la coordinación militar de funciones del sistema, ninguno se aproxima, ni remotamente, a lo que es el CEREBRO.  Un instrumento tan perfecto y maravilloso que ni siquiera los ángeles poseen.  Tal es su importancia, que la Naturaleza le ha fabricado un blindaje excepcional para su protección, en lo más elevado de nuestro cuerpo. 
            En él vivimos, en él se encuentra el núcleo de lo que somos o creemos ser, pues todo concepto de consciencia parte de ahí, se ubica ahí; detrás de los ojos está la maquinaria de pensar.  Adonde llega todo, de donde parte todo.  Vemos, oímos, olemos, gustamos y tocamos con el cerebro.  Aunque sea en forma primitiva e ineficiente, se puede intentar un cambio de corazón, riñones, pulmones e incluso del hígado; se puede alargar la vida de pacientes (no por mucho tiempo ni con naturalidad) si se les cambia uno de esos órganos, pero el cerebro no permite absolutamente nada, ni que lo toquen.  Estamos muy lejos de poder hacerlo, y más lejos todavía de comprender la naturaleza de su labor.  Ni siquiera las de nivel fisiológico y bioquímico, y mucho menos, las sicológicas o las metafísicas.  En cuanto al alcance de sus posibilidades, estamos en tinieblas.  Sobre todo, aquellos que suponen que solo es una especie de computadora con actividad electroquímica (nerviosa y hormonal) para mantener las funciones vitales de un cuerpo. 
            El cerebro realiza la maravilla de captar del espacio un material llamado ideas, y valiéndose del aparato fonador, lo convierte en lenguaje.  Desde luego que también cuenta con un departamento conocido como Memoria, en el cual almacena infinidad de datos que le son suministrados por los sentidos físicos, la “enseñanza”, sus propias reflexiones, el mundo de su entorno y aquel sobre el cual suele fantasear para enriquecer su bagaje.  Mucho más allá del Yo y de nuestra voluntad, tiene su propia dinámica que NO es controlada por nosotros, y que se adentra en la penumbra de un mundo del que estamos muy lejos de comprender y que, por más esfuerzos que hagamos, tenemos un “hasta aquí” en nuestras actuales formas de inquirir en relación con lo que es capaz de hacer.  La principal falla que se comete con él, es considerar que solo es un instrumento biológico o anatómico, en lugar de verlo como el núcleo de la Divinidad en nosotros.  ¿Cómo realiza sus funciones de mediador entre lo físico y lo suprafísico?  ¿Cómo lo hace?  Muy pocos lo saben.  Para los que creen solo en la función física de este órgano, esto es un enigma irresoluble.  Para los que suponen que este solo es una especie de disco duro en donde se graba información para luego ser solicitada, sus acciones son una verdadera y terrible sorpresa, pues el cerebro es capaz de recibir cierta información y procesarla mediante la reflexión, para producir un resultado intelectual enteramente distinto y desconcertante.
            ¿Es ahí la residencia de nuestro dios personal?   ¿Es en él donde habita la consciencia, el alma o espíritu, la inteligencia, el YO, la memoria, la MENTE y todos los moradores del umbral que constituyen nuestra Personalidad?  ¿Es a través de él que, de manera inconsciente, logramos nuestro contacto con los mundos que están más allá de nuestros limitados órganos de percepción física?  ¿Están allí los receptores metafísicos que nos ponen en comunicación directa con los dioses y el universo?  ¿Cómo es que este “captura” la inspiración, tema tan manoseado como incomprendido?   Y algo muy importante ¿a qué se dedica cuando estamos durmiendo?  En sus ratos de ocio, cuando dejamos de molestarlo con tonterías y preocupaciones, también tiene sus momentos de buen humor y nos atrapa, sumerge y zarandea en una actividad muy divertida que conocemos como sueños, pero de los cuales es muy poco lo que sabemos.  Pero, ¿participa plenamente de esas aventuras del Yo, consciencia o lo que sea?  Y cuando soñamos, ¿qué es lo que “sale” de nosotros para tomar parte en esa actividad lúdica?   Algunos sugieren que tenemos dos cerebros: uno físico y otro “espiritual”, para definirlo de una manera clásica.  Y es ahí donde la brecha de la ignorancia del hombre se hace  descorazonadora.
            El cerebro humano es el misterio de los misterios, pero mientras los hombres nos empecinemos en estudiarlo solo desde el punto de vista de las sinapsis, el enigma seguirá tan impenetrable como el de la vida y la muerte.  Es el umbral, la puerta de entrada al mundo de lo que hasta ahora solo ha sido una fantasía y una promesa para la especie.  En este se encuentran todas las respuestas, pero estas no son solo impulsos nerviosos o químicos; esos son para el cuerpo físico, pero para el Hombre verdadero, el camino en la búsqueda de respuestas plenas es otro.  Interróguelo, él es el receptor, el intermediario entre usted (el YO) y ese plano que tanto le intriga; por esa única vía le llegarán todas las explicaciones de los arcanos; solo tiene que oír con el oído interno, con cuidado, en silencio, sin razonar ni argumentar, en paz, sin porfiar, sin filosofía ni religión, y la Voz surgirá.                                            
Que la paz sea con ustedes
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.             Correo:   rhizaguirre@gmail.com




No hay comentarios:

Publicar un comentario