1073 “LA CHISPA” (11
diciembre de 2016)
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
SI
YO FUERA DIOS
Como hemos sido programados (culturalmente) para aceptar “la
voluntad de Dios” sin chistar, damos por hecho que todo aquello que no podemos
entender o justificar, es un “misterio de la Deidad” y que tenemos que
aceptarlo sin cuestionar nada, así se trate de la peor barbarie, injusticia o
estupidez. El estado de guerra mundial y
permanente que vivimos es obra exclusiva del hombre; es el producto de la
codicia sin límites que las naciones poderosas han impuesto a la humanidad,
pero la indolencia mental del supuesto Homo sapiens, lo ha llevado a
simplificar este asunto diciendo que tal situación es la voluntad divina. Y eso nos permite desentendernos de nuestro
deber moral, de nuestra participación activa en el señalamiento de las causas
de lo que está azotando a la especie humana: una tiranía generalizada e
impuesta por los grandes centros de poder económico y NO por dios alguno. Pero echarle la culpa a un supuesto creador
es muy fácil, cómodo y no crea remordimientos: es asunto del Todopoderoso, y
¿quién soy yo para corregirle la plana?
Sin embargo, todos sabemos que “mucho anda mal” y que no es culpa de
Dios. Y en el campo de las hipótesis,
hay algunas cosas que yo (o usted) rectificaría
en beneficio de la humanidad si pudiera ser el Encargado por algún tiempo. Empecemos.
Si yo fuera Él, fijaría el término de la vida de todos los
hombres en setenta y cinco años (75) que es cuando empieza el declive y cuando
ya hemos realizado o no, la tarea que teníamos en la vida. Si es que tenemos alguna. Sin enfermedades ni dolor. Salud pura y de la mejor, hasta ese día en
que lo desenchufen y acabe todo.
Tendríamos 60 o más años para aceptar la idea de que ese es el término y
nadie viviría con la tortura mental de cuándo tendrá su fatal encuentro con la
“Pelona”. Además, dotaría a cada
individuo de un mecanismo automático para poner fin a su vida cuando así lo
estimara conveniente, pues nadie tiene el derecho o la potestad para obligar a
otra persona a vivir una vida que no desea y que no pidió (cualquiera que sea
la razón). El cuento de que solo Dios
tiene el poder de “quitar” la vida es un invento del hombre, pues hasta donde
se sabe, a nadie le ha dado ese mandato, y como se trata de un dogma sin
justificación racional, puede ser seriamente cuestionado.
Siendo todopoderoso, eliminaría todas las razas menos una. Solo dejaría a un grupo racial y, dentro de
este, no permitiría que hubiera gente demasiado bonita o exageradamente
fea. Así se eliminaría el fatal racismo
y el “feísmo” fuentes de tanta crueldad, odio y menosprecio que se hace de
tantos seres humanos bajo la consigna de la superioridad de cierta raza o el mérito de la belleza. Siendo todos negros, o blancos, o rojos, o
verdes, no habría justificación alguna para el odio racial, veneno que carcome
a la humanidad, aunque muy pocos se atrevan a aceptarlo. O solo dejaría a los judíos, para ver a
quiénes inventarían como sus victimarios.
Además, así podrían reproducirse a su antojo, sin límites. Ya sin árabes a quienes matar o sin goyim a
quiénes explotar, ¿qué harían? ¿De qué
se quejarían y ante quién? O talvez solo dejaría a los negros, que tanto han sufrido por causa de su color; porque
¿cuál es el propósito (si lo hay) de que haya gente de color tan oscuro? ¿Existe algún propósito comprensible para que
haya gente de ese color y características?
¿O qué tal que solo quedaran los blancos como parece gustarle a Donald
Trump y a la gran mayoría de los europeos?
Terminaría con el absurdo de la libre reproducción, para la
cual solo es necesario tener un aparato reproductivo funcional para traer al
mundo a legiones de niños infelices y miserables, que solo vienen a complicar
la situación total. La paternidad solo
estaría reservada a personas elegidas y con las capacidades necesarias para ser
un buen padre o madre. Tal cosa no
estaría al alcance de irresponsables y egoístas como sucede en la
actualidad. Ese privilegio solo sería de
seres especiales. Porque ¿cuál es el
objetivo de traer al mundo niños desgraciados que no conocen otra cosa que la
desdicha y el hambre? ¿Podría alguien en
su sano juicio creer que eso es un plan divino, producto de la voluntad de
algún dios? Yo no.
Eliminaría la malicia del núcleo moral del hombre; reduciría
al mínimo su egoísmo, y lo proveería de cierto grado de bondad y
altruismo. No enviaría al mundo a nadie
que fuera insensible o desconsiderado.
Tampoco a personas inconscientes, incapaces de darse cuenta de su
entorno y de lo que tienen que hacer, pues es una gran injusticia lanzar al
campo de batalla feroz que es la vida, sin las armas necesarias para su
defensa, a tanto desgraciado que así se convierten en víctimas eternas de los
astutos y poderosos.
Otra cosa que cambiaría es la alimentación de TODOS los
seres vivientes. A todos los haría vegetarianos,
pues resulta grotesco y malvado que tengamos que asesinar a millones de
criaturas para nuestra subsistencia. Es
bárbaro torturar y matar a una res (un ser con más derecho a la vida que
millones de humanos) para devorarla.
Todas las criaturas podrían ser vegetarianas y así, se eliminaría una
horrorosa carga moral que pesa sobre gran parte de la humanidad. Porque el que come carne es un criminal o,
por lo menos, cómplice de un asesinato masivo de criaturas inocentes.
¿Es este lento y perverso procedimiento en donde se fragua
la estructura física, moral y espiritual del hombre del futuro? Tengo mis dudas al respecto, pero creo que
hay otras vías que no son tan dolorosas, sobre todo, cuando se cuenta con el
Poder Absoluto. ¿Cuál es entonces el
plan? ¿Una carrera interminable de
dolor? ¿La rueda de Samsara, como le
dicen los hindúes? ¿Una eternidad en el
infierno de la materia? Les doy la
oportunidad para que me sugieran algunas cosas que arreglarían si ustedes
fueran Dios. Talvez las tome en cuenta.
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre S. Correo:
rhizaguirre@gmail.com
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