1058 “LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡VIVÍ EN EL TIEMPO DE ELLOS!
Si siente pena,
angustia o la sensación de que va a dejar un hueco terrible e irreparable con su
muerte, despreocúpese, casi nadie se dará cuenta de su partida; nadie lo
extrañará ni hará falta alguna. Suena un
poco cruel pero es la verdad. Unos días de llanto de sus más allegados;
unos recuerdos ocasionales de los que lo conocieron y, por fin, el olvido
total. Pero si muere en estos días y
tiene 60, 70 o más años, que le sirva de consuelo saber que nació, vivió y
murió en una edad maravillosa en la que fue contemporáneo de gente tan grande
como Michael Jackson, Liberace, Glenn Miller, J. Lennon, Elvis Presley, Prince
y Pavarotti. Vivió en el tiempo de
ellos. Gente cuyo recuerdo durará
décadas, y usted compartió su tiempo, sus triunfos y su gloria.
No le preocupe
que se le acabe su vida (que puede ser anodina); piense en lo que estos
personajes aportaron a la sociedad y cuánto más habrían hecho de vivir más
tiempo. Usted compartió la era de García
Márquez, Camilo José Cela, Moshe Dayán, Susan Hayward, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Kennedy y Mao
Tse Tung. Usted ha vivido en el tiempo
de Indira Gandhi, Mandela, Erwin Rommel, Golda Meir, Juan XXIII, Max Planck, Juan Manuel Fangio, Alfredo
DiEstéfano, Garrincha y Joe Louis.
Además, la era del más grande y el más bonito: Alí. Ellos hicieron grandes cosas, dejaron un
legado e influyeron en toda la humanidad… y se fueron. Usted nació y vivió en el tiempo de Teresa de
Calcuta, Gabriela Mistral, Octavio Paz, Steve McQueen. También le tocó ser contemporáneo de Adolfo
Hitler, Truman, Stalin, Hirohito, Somoza, Gandhi y Farraw Fawcett. ¿De qué se queja si compartió el mismo aire
que Celia Cruz, Edith Piaff, Robin Williams, Tito, Liz Taylor, Michael Landon,
Rocío Dúrcal, Rock Hudson, Cantinflas, Chespirito, Jorge Negrete y María Félix;
de Freddy Mercury, Pedro Infante y George Burns; también el aire de Yasser
Arafat, Adolfo Suárez y Charles de Gaulle.
Todos eran personas “importantes” y se fueron dejando solo un rastro
perecedero en el tiempo.
Usted fue
testigo de su grandeza y puede alardear de que los “conoció y los vivió” porque
fueron sus contemporáneos. Usted puede
rajar de que vivió en el tiempo de Rocío Jurado, Manolete, Miguel Ángel
Asturias, Ernest Borgnine, Francisco Franco, Frida Kahlo, Alexis Argüello,
Rocky Marciano, Pablo Picasso. Usted
puede blasonar y sentirse orgulloso de Airton Senna, Augusto César Sandino,
Diego Rivera, León Trotsky, Omar Torrijos y Pablo Neruda, hombres y mujeres que
dejaron arañazos muy claros y profundos en la pizarra de la historia. Y usted fue parte de ese tiempo, y aunque
anónimo, compartió esa gloria. Usted
gozó de las locuras y grandeza de
Salvador Dalí, del humor de Pilo Obando.
Usted disfrutó de la belleza extra terrenal de la Monroe, sintió su dolor
interminable y la soledad que la asfixió incluso en su grandeza innegable. Usted fue testigo de la agonía y esperanzas de Tito Vilanova.
Usted nació,
vivió o bailó al son del ritmo y la sorprendente música de Dámaso Pérez
Prado. Usted vivió en su tiempo, suyo y
de ellos. Y aunque fueron ellos los que
estamparon su firma en las páginas de la historia, usted estuvo allí como
testigo. Usted los vio, los amó, los
odió o lo que fueran sus sentimientos, pero estuvo allí. No se queje por morir sin haber sido notorio;
usted está incluido en la gran masa anónima que constituimos esa parte de la
humanidad que solo servimos de comparsa y que somos “los de relleno”, pero tan
necesarios como los famosos, pues si no fuera por el “público”, no existirían
las “estrellas”.
Estimados
amigos, no lamenten su condición de desconocidos ya que el destino de todos es
el mismo: el olvido. Solo es cuestión de
tiempo: poco, mucho o muchísimo… pero al final, el olvido.
En el siglo
pasado y lo que va de este, hemos vivido momentos grandiosos de la
historia. Hemos sido testigos de la
labor de hombres y mujeres que se distinguieron y nos hicieron pensar que es
posible resplandecer como los dioses, aunque solo sea por un parpadeo en el
tiempo. Hugo Chávez, Calderón, Figueres,
Pablo II, Bob Hope, Ronald Reagan y José “Cheo” Feliciano fueron nuestros
contemporáneos y participamos de sus vidas.
Vivimos la larga vida de Fidel. Fuimos grandes bajo su sombra, sin importar que nadie sepa que yo soy
Pancho Pérez o María Sánchez.
No le preocupe
morir, todos lo hacemos por más apego que tengamos a la vida. Y si otros más “útiles” fueron obligados a
partir, no tenemos por qué sufrir ante la presencia de la “pelona”, pues de
ella nadie se escapa, aunque se trate de Pablo II, la Madre Teresa o
Krishnamurti. Vivimos en una época de
grandes hombres y mujeres y, por ser parte de la humanidad, compartimos la
gloria de esos ilustres. Yo soy Michael
Jackson, también soy Alí, soy Golda, Mao, Mandela, Rubén Darío, Fidel y toda la enorme
lista de estrellas que le han dado tanto brillo a este tiempo: su tiempo y el
mío. Nunca en los anales de la
civilización se había dado la presencia de tantos y tan grandiosos miembros de
la sociedad.
Así, pues, si
tiene que patalear, no lo lamente. Usted
nació y vivió en una época de las más espectaculares que nos ha brindado la
Historia. Haber nacido, vivir y morir en
el tiempo de estos grandes ha sido un privilegio del que nadie gozó en tiempos
pretéritos. Ni siquiera los griegos o
los romanos.
Que la paz sea
con ustedes. Ricardo Izaguirre S.
Correo:
rhizaguirre@gmail.com
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