lunes, 16 de mayo de 2016

1054 ¿Qué es la magia?



1054  LA CHISPA         (20 de marzo de 2016)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ ES LA MAGIA?
         El diccionario tiene varias definiciones acerca de la magia, pero, lamentablemente generaliza una confusión popular entre lo que es la verdadera magia y lo que practican los ilusionistas, prestidigitadores y otros artistas callejeros.  Pero la magia nunca ha tenido como objetivo el entretenimiento del público, ni siquiera del más exclusivo como los reyes y mecenas de la antigüedad.  Y aunque sus cultores se han camuflado bajo distintos disfraces y actividades, la magia nunca ha tenido como objetivo brindar espectáculos públicos a cambio de dinero.  La línea central de la magia siempre ha sido la ciencia, y su objetivo, el estudio de la materia; en especial, todos los cambios físicos y químicos que se producen en esta.  Y la magia aplicada es la producción, control y dirección de esos cambios.  Su campo de acción está formado por la física, química, biología, astronomía y todas las ciencias en donde el substrato sea la materia.  Y ahora, como en tiempos pretéritos, los magos son los científicos de vanguardia.  Y así como ahora estos nos asombran con sus logros, así lo hicieron sus antepasados; pero como contaban con un público menos comprensivo y menos conocedor de la Naturaleza, tuvieron que ocultar sus actividades mediante cierta teatralidad que terminó por crear el aura de misterio, superstición, miedo y desconfianza que llegaron a producir.  Y es por esa incomprensión popular que tuvieron que asumir un papel necesario (el personaje) para encubrir su actividad verdadera, que era la ciencia.
         Dice el diccionario que los magos realizan actos que van “en contra de de la naturaleza”.  Pero esa es otra inconsistencia definitoria de la Academia, pues en la Naturaleza NO existe nada, no puede existir, algo que vaya en contra de las leyes de esta.  NO EXISTEN LOS HECHOS “SOBRENATURALES”.  Solo una infinidad de fenómenos científicos cuya causa y razón desconocemos.  Todo lo que sucede (resultados mágicos), está de acuerdo con las leyes del plano en el cual habitamos; que no lo entendamos o conozcamos su razón, es otra cosa.  Así, pues, esa definición del diccionario resulta deficiente, inexacta y tendenciosa, pues confunde el ilusionismo y la prestidigitación con la magia.  La magia y los magos verdaderos jamás han tenido como objetivo  el entretenimiento y la diversión del público.  Eso es otra cosa, y su confusión ha derivado de la literatura miliunachochesca, la cual da pie a todo tipo de fantasías “mágicas”.  Pero la magia tiene otros objetivos muy diferentes, y sus cultores verdaderos conocen muy bien sus metas y limitaciones, aunque a veces tengan que asumir conductas un poco teatrales.
         El conocimiento de las leyes de la naturaleza es lo que  permite la explicación de los fenómenos físicos cotidianos y los hace comprensibles al vulgo; pero cuando esto sucede, dejan de ser “mágicos” e interesantes; se vuelven rutina, o trucos pasados de moda, como muchos fenómenos eléctricos o electrónicos.  ¿A quién le impresiona una computadora o un teléfono “celular”?.   ¿O la televisión digital de alta definición?  ¿O la química de los plásticos?  ¿O la “nube”?  Y todos ellos son magia pura.
         El conocimiento de la magia es una “obligación” inherente a la humanidad; al menos de una parte de ella.  Y aunque ahora los magos ya casi no utilizan gorros puntiagudos (los han cambiado por batas blancas), continúan practicando los rituales misteriosos de siempre.  Los colegios, las sociedades, los sindicatos, los congresos, las “patentes”  y otras artimañas siguen siendo los broqueles que protegen sus conocimientos de la profanación del vulgo.  El misterio y el sigilo siguen teniendo la misma utilidad y validez que tenían hace milenios.  Lo que antes era labor privada y altamente selectiva de parte de los Maestros solitarios o colegiados, ahora es una labor que han asumido las universidades en forma más liberal y accesible a miles de aspirantes a “magos”.  Sin embargo, la tradición continúa siendo muy parecida. Incluso la utilización de lenguajes esotéricos para marginar al vulgo de la comprensión general de la clase de magia (especialidad científica) que practican los diferentes grupos de iniciados en los “misterios de la ciencia”.  Pero la magia actual como la antigua (ocultismo, alquimia, astrología y otras), conserva sus categorías y terrenos vedados a los que no están  iniciados en los secretos misterios de la Materia y el Espíritu.  Porque si no se comprende la naturaleza del Espíritu, es imposible descifrar los más profundos secretos que encierra la materia.  Como la cuestión del ORIGEN DE TODO.  Y esto no es un planteamiento religioso, aunque varias religiones y el ocultismo científico lo explican muy claramente desde hace milenios.  Por desgracia, como en la antigüedad, un sector de los magos modernos ha cortado el cordón umbilical con la fuente primitiva del Conocimiento, y se han parapetado detrás de la muralla del materialismo exclusivo, y con eso, se han aislado de la única vía de acceso a la verdad.  Así como hicieron los astrónomos en relación con la Astrología, y a partir de ahí, perdieron el rumbo.  Pero no para siempre… Ahora mismo hay legiones de astrónomos-astrólogos que comprenden que la verdad última solo puede aparecer cuando se entiende al Espíritu, el principio Rector del Universo.
         La magia, pues, es el conocimiento y manipulación de la materia mediante la comprensión de  la esencia que anima a esta, el Espíritu.  Pero, por favor, no confundir este espíritu o esencia última con las definiciones de los dogmas religiosos.  Y desde luego, recordar que los magos (antiguos y modernos) son los cultores de esta ciencia que se fundamenta en los principios eternos de la Ley.  Entonces, ¿tenemos que inclinarnos y doblar las rodillas ante la ciencia?  ¡Desde luego que no!  Ni delante de ningún, dios o dioses, ángeles o arcángeles.  Todos ellos solo son dignos de nuestra admiración y respeto, no de idolatría.  Y la ciencia, lo mismo que la magia, es merecedora de nuestro agradecimiento pues cada día nos hace más comprensible, cómodo y útil el ambiente que nos rodea, lo cual nos convierte en partícipes de la magia que este encierra; pero no como un misterio oscuro y tenebroso, hijo de potencias malévolas y diabólicas sino de la evolución natural del espíritu humano y sus magos, que lo somos todos en mayor o menor grado.  La magia es y ha sido la religión de siempre: es la primitiva fe llevada a la categoría de hechos probados de manera indiscutible.
         Y aunque estamos lejos de la meta en el camino evolutivo, vamos apuntando en la dirección adecuada, pues el dolor causado por el mal uso de los productos de la magia, son los correctivos necesarios para visualizar correctamente el sendero.  El precio de la purificación siempre es alto; no existen los atajos ni el camino fácil en el proceso de la evolución.  Y aunque es cierto que existe la magia, esta no puede eliminar los abrojos de la senda.  No existe el perdón a nuestros pecados, ni siquiera siendo magos de alta categoría, pues el Karma (La Ley) es implacable y se encuentra incluso por sobre las cabezas de los dioses y los santos.  Nada ni nadie escapa a la Ley, ni los dioses.
         La magia, en resumen, es el dominio de la materia en el plano físico en donde vivimos; pero también es mucho más que eso: es conocer la esencia superior de esta; es entender el espíritu que la anima.  Solo así se puede reclamar el título de mago.  Y no solo para blasonar y sorprender a los legos, sino para comprometerse como voluntario colaborador en la gran obra evolutiva, en la que tantos tratan de hacer lo suyo de acuerdo con el alcance de sus CONOCIMIENTOS.
         Que la paz sea con ustedes
                                  Ricardo Izaguirre S.      Correo: rhizaguirre@gmail.com

        

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