1024 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
OCURRENCIAS…
CON AUTORIDAD
En relación con las dietas, siempre me he preguntado el
porqué debemos tomar ocho (8) vasos de
agua por día. Y jamás he encontrado
una respuesta lógica y satisfactoria.
Parece que este mandato no es más que otra ocurrencia con autoridad. De
las que se encuentran plagadas nuestras
vidas, y las cuales no cuestionamos para nada. También hay billones de ellas en la
Internet. ¿Por qué no siete vasos?
Después de todo este es un número místico muy importante, como los siete
días de la semana, los siete Poderes ante el Trono, los siete planos de la
Naturaleza, etc. etc. etc., como diría Yul Brynner. ¿O por
qué no cinco? Este es un número
lindo y más fácil de tragar que los ocho de casi todas las recetas y dietólogos que salen en Internet,
televisión o radio. O de la plaga de
consejeros que todos los días nos cuentan de sus éxitos con los ocho vasos de
agua. Esta es una de las ocurrencias más
brillantes que ha salido del arsenal de las armas en contra de la gordura. “Ocho
vasos de agua” es la clave mágica de casi todas las dietas; pero si usted
no se los zampa, de nada sirve el resto de las operaciones, y no puede culpar
al dietista ni a los medicamentos para rebajar la panza. ¿Y por qué?
Porque así lo dice el DOCTOR
Tal por Cual que sale en la televisión.
¿Y de dónde sacó ese número? De su autoridad de DOCTOR. Además, apoyado en “diversos y variados estudios clínicos realizados en prestigiosas
universidades de Europa y los Estados Unidos”.
Es toda una estructura de “AUTORIDAD”.
“Lo dice el DOCTOR X”, basado
en esos estudios misteriosos que nadie sabe dónde se hicieron, pero que todo el
mundo da por un hecho que son ciertos y bien justificados. Como las encuestas políticas. Es una
ocurrencia fabulosa basada en el siempre eficaz “principio de autoridad”, y en la
estulticia de los consumidores (de lo que sea).
El Yin Yang sostiene (principio de autoridad) que solo se
debe tomar agua cuando hay sed; que de lo contrario, se carga a los riñones con
un trabajo innecesario. Parece lógico
¿no es cierto? Beber agua sin sed es
como comer sin hambre. Algo que puede (o
debe) ser perjudicial. Pero este
principio de autoridad no ha sido muy “publicitado” y, por lo tanto, carece de
la fuerza de “los ocho vasos de agua”. El principio de autoridad nos envuelve, nos
domina, nos arrastra y pone nuestros bolsillos y vidas a la orden de los que
tengan más ingenio para inventar dogmas de esta categoría. ¿Se
acuerdan de la baba de caracol? En
su momento constituyó lo último en materia de juventud; en la magia número uno
para eliminar las arrugas. Aún se sigue
utilizando, aunque ya no con tanta fe.
Fue una ocurrencia genial que hizo millonarios a sus inventores.
Estas ocurrencias con autoridad son lo último en materia
comercial, social y política. En el
comercio llevan ríos de oro a sus creadores; en el campo social, revolucionan
el pensamiento de las masas en ciertas direcciones que pueda requerir el
sistema; y en política, constituyen la panacea de los alquimistas. ¿Por
qué ocho vasos y no nueve? Cualquier
tonto puede entrar en la política y, si tiene una ocurrencia con la suficiente
“autoridad”, puede resultar Presidente o Diputado. Todo es materia de sugestión. ¿Por
qué no seis vasos? ¿O tres? En el comercio basta que algún producto sea
patrocinado por una marca conocida, para que de inmediato logre ventas
astronómicas. Y ni qué decir del campo
de la medicina populachera, en la cual hay remedios mágicos para todo. Tanto es así, que las farmacéuticas
tradicionales, casi de inmediato lanzaron sus baterías de “Medicina Natural”
para todas las enfermedades, incluyendo el cáncer. Se soltaron a los “ocho jinetes” del
Apocalipsis farmacéutico y nos invadieron de medicinas milagrosas, llenas de
“autoridad”. Sin certificación, sin
seguridad alguna, sin profesionales aptos ni conocedores de la dosificación
médica. Pero eso qué importa, tienen
“autoridad” televisiva, radial, y por Internet.
¿Por qué ocho vasos de agua? ¿Podría alguien explicármelo? Desde luego que como toda moda, pasa el
revuelo y hay que reinventar algo más con qué esquilmar a las víctimas de la autoridad. Entonces se inventa o se reutiliza el viejo
principio de la “Certificación”, y empiezan a aparecer nuevas marcas (que son de
los mismos fabricantes) con “certificación de origen” de los Estados Unidos o
de algún país europeo. O de China, o de
la India. Eso es lo de menos, la
cuestión es que el producto sea “certificado”. Eso lo vuelve mágico. Todo es cuestión de
dialéctica. Ahora a los productos
chinos, indios o taiwaneses se les llama “de
Oriente”. Eso suena más autoritativo
que decir chino, indio o taiwanés, nombres que son sinónimo de barato y mala
calidad... pero ya certificados es
otra cosa.
¿Por qué ocho
vasos? Y como era de esperar, ya
apareció la MGN, una empresa que vende solo medicinas “certificadas” por la NBA
de los Estados Unidos, lo cual nos llena de seguridad y fe en esos productos, a
la vez que pone en precario a las otras que no estén certificadas. Así que pronto se impondrá el boom de la
“certificación”. La autoridad farmacéutica en acción.
¿Por qué no quince
vasos? Y finalmente, tenemos el
campo en donde las ocurrencias alcanzan niveles inimaginables para una cabeza medianamente
cuerda: la política. Es aquí donde las salidas más alocadas adquieren, gracias a la pasión y simpleza de
la gente, la categoría de “programas de
gobierno”. En este feraz terreno es
lícito incluso, prescindir del principio de autoridad. Aquí cualquier chifladura se convierte en
material de campaña, temática y motivo para discusiones televisivas llenas de
patrocinadores. Aquí la autoridad emana
del simple hecho de ser CANDIDATO. No importa que el sujeto no sepa un carajo de
política, economía o historia. Es el Candidato,
y eso le da el derecho de hablar cualquier burrada en radio y televisión;
incluso saturar la Internet y las redes sociales con sus ocurrencias
disfrazadas de “programas de gobierno”. ¿Qué le hace creer a un sujeto que tiene el
cinco por ciento de la intención del voto que puede llegar a ser presidente o
diputado? ¿Qué tipo de enredo hay en el
magín de estos individuos? ¿Será algo
semejante a lo de los ocho vasos de agua?
Nadie puede adivinar qué es lo que pasa por la jupa de estos sujetos; y
mucho menos, por qué se toman tan en serio.
Pero lo más sorprendente de todo
es el nivel “ocurrentero” del pueblo. Durante décadas y siglos de llevar garrote,
no parece haber aprendido nada y, ante la nueva campaña, brotan en su mente
infinidad de “ideas” rayanas en el desatino.
El mundo de la fantasía toma por asalto las cocas de millones de votantes que, lejos de ser realistas y
demandar una conducta responsable de sus líderes, se suman a la locura
imaginativa de “programas de gobierno” que solo son producto de la
improvisación; de la reiteración de las mismas propuestas o de la
irresponsabilidad de los candidatos.
¿Por qué no cuatro
vasos? ¿Cómo es que cualquier hijo
de vecina tiene la ocurrencia de que él o ella es el indicado para ser
Presidente-a? ¿De dónde salen semejantes
“ideas”? Del mismo reservorio de donde
los votantes conciben la inocentada de que las cosas van a mejorar con el nuevo
gobierno
(que siempre es el mismo). Y después de que
el nuevo “Salvador-a” llega al poder (¿?) de mentirillas, continúa la serie de
disparates gubernativos que solo daño producen al pueblo; pero ingentes
beneficios al Gobierno de Verdad, a
los mismos de siempre. A los que sí saben qué es lo que se hace
con el Poder de Verdad, aunque nunca dicen en beneficio de quién. A los que no viven de ocurrencias sino de
realidades bien probadas y aprovechadas.
¿Por qué no once vasos?
Pregunta
retórica: ¿Pasa esto en sus países?
Ocurrentemente
RIS Correo: rhizaguirre@gmail.com
Entrada
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