478 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL CUARTO DE BAÑO
Construir, comprar o alquilar casas parece ser una actividad exclusiva
de jóvenes, y talvez esa sea la razón de la falta de cuidado o visión en
el diseño de los baños. La economía de espacio es para aquellos que no
encuentra dificultad alguna para moverse dentro de un “cuadrito” de
1.50 m por 1.20. Ahí ponen esa pileta con muro, el inodoro pegado a la
cortina o a la puerta corrediza; y casi encima de la taza, el lavamanos y
el cajoncito con espejo donde se guarda de todo. Moverse dentro de
esos lugares requiere una habilidad de contorsionista propia de gente
moza, que los viejos y los gordos no tenemos. Y cuando la pareja se ve
obligada a utilizar ese espacio simultáneamente, deben realizar
verdaderas acrobacias para cepillarse los dientes o secarse los pies el
que salió del agua. El palo donde se tiende el paño queda por encima de
la tapa del servicio, y el otro pañito hay que ponerlo a la par del
lavabo, un poquito arriba del papel higiénico. Y ahí no queda sitio
para nada más; talvez el desodorante de ambiente que se coloca sobre la
tapa del sanitario. O el cepillo de limpiarlo, el cual se ataruga
debajo de la caja del agua.
¿Por qué esa tacañería con una parte tan vital en nuestras vidas? Hay
dos sectores del hogar que deberían ser generosamente acondicionados: el
cuarto de la regadera y la cocina. Es esta “Chispa” solo hablaré del
primero, porque como viejo que soy, me toca sufrir ciertas incomodidades
que me eran indiferentes cuando tenía treinta años o menos. Es por eso
que hago esta recomendación a toda la gente joven que va a construir su
casa: no sean avaros con esas áreas. Piensen en el futuro y en las
necesidades y limitaciones físicas que vendrán con la edad. Nunca se
sabe cuánto duraremos, y cuando menos pensamos ¡zas!, estamos viejos.
También a los constructores les aconsejo que piensen en la forma de
hacer que esos cuartos sean algo más agradables que un cajoncito mal
oliente, mal ventilado, sin iluminación y lleno de problemas de
limpieza. Primero que todo, veamos la contradicción que se ha
generalizado en esa parte de la casa: ducha y “eso” se encuentran dentro
del mismo lugar, lo cual es, a todas luces, antihigiénico. Los malos
olores que se generan ahí quedan en el aire, por más que se intente
disimularlos con Glade o Aromatex. Son millones de bacterias que se
quedan flotando en la atmósfera y se “pegan” en el cuerpo húmedo del que
se ha duchado. Es por eso que este servicio debe situarse en una zona
aparte, con buena ventilación. Además, para garantizar que el baño no
queda restringido mientras alguien hace uso del “hueco”, pues por más
familiares que seamos (marido y mujer), es algo indecoroso que uno
aspire los malos olores que emite el otro, o que lo miren limpiándose el
trasero. Eso es algo vergonzoso que a nadie le gusta, es impúdico.
Incluso que nos vean secándonos las partes íntimas no deja de ser algo
chistoso cuando no, desagradable.
En muchas casas construyen los inodoros de tal suerte que si alguien
tiene las piernas muy largas no puede cerrar la puerta, o bien, tiene
que abrirlas para hacerlo. El escusado DEBE SER SOLO ESO. Algo
cómodo, con buena ventilación y, además, “bonito”. Así como lo arreglan
las amas de casa. También debe tener un bidé, otro instrumento
valioso en la higiene, pero que NO DEBE ser utilizado con
“público” (el marido) porque como dije, resulta cómico y de mal gusto.
Ahí debe ponerse un buen lavamanos con espacio para los paños, jabones,
desodorantes y todo lo que sea necesario para el aseo de ese lugar. Y
como dije, talvez algún día sea necesario entrar a él en silla de ruedas
o con muletas; de ahí que sea necesaria no solo una disposición
ergonómica sino una puerta bien ancha.
En cuanto al baño, este debe ser solo eso: el sitio para ducharse. Sin
que produzca asco o aprensión la idea de que allí mismo queda ese
objeto tan necesario pero desagradable, con su taza semi llena de
aquella agua asquerosa en donde se podría caer los objetos, la ropa, el
jabón o el cepillo de dientes. Ese miedo es eterno. Este espacio debe
ser grande, con anaqueles, tocador y todos los objetos propios de la
higiene, sin que se encuentre en “contacto” desagradable con ese foco de
suciedad sicológica que es el retrete, porque gústenos o no, siempre
emite malos olores, aunque estos solo sean producto de nuestra mente.
Ningún baño debe tener esos peligrosos muros que son fuente de los más
terribles y trágicos accidentes hogareños. Allí se fracturan miles de
caderas y otros huesos. Solo debe tener una inclinación hacia el
sumidero y, como el escusado, debe estar provisto de puerta amplia que
permita introducir gente en camilla. ¿Han tenido que asear a una
persona mayor en uno de esos baños con esos agresivos muritos y puertas
estrechas? Y no solo con viejos, sino con jóvenes o niños enfermos
que puedan llevarse hasta la aspersión en una silla de ruedas o una
camilla especial. El piso debe ser antideslizante y, si es posible,
acolchado. En esta área NO DEBE HABER objetos o muebles con los
cuales puedan chocar las personas si resbalan y caen. Solo la cortina
con la cual se pueda amortiguar parte de la caída. Deben tener
iluminación natural y abundante.
Cualquiera se atreve a “hacer el amor” en el piso de una ducha, mas NO en el de un evacuatorio, por más limpio que esté. Revolver ambos es una economía MAL ENTENDIDA.
La ducha debe ser un pequeño “saloncito de belleza” hogareño, en el
cual no deber tener cabida ese desagradable agujero “tragador” de
inmundicias. Todo water closet desentona allí, aunque por
tradición, “economía” y mal gusto, se haya considerado que deben ir
juntos en el mismo punto. Piénselo bien, bañarse es un acto de
limpieza, cuidado personal y embellecimiento. Defecar es algo vulgar,
desagradable y lleno de malos olores, aunque sea una función tan vital
como comer. Es la antítesis del aseo, en esencia, una acción
antihigiénica, por más que la adornemos y pretendamos disimular su
naturaleza ridícula y ofensiva. Aquí la segregación es un acto
obligatorio para deslindar dos actividades contrarias en su naturaleza.
Bañescamente
RIS.