44 “LA CHISPA”
Lema: “En la
indolencia del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
“LOS HIJOS DE DIOS” (Gén. VI- 2 y 4)
Antes de que se nos vaya a olvidar,
queremos hacer unas importantes observaciones sobre esos IMPRUDENTES
versículos del Génesis, porque ellos encierran una afirmación catastrófica
acerca de todo el sistema bíblico, tanto del Nuevo como del Antiguo
Testamento. Veamos el asunto con mucho
cuidado porque esos insidiosos versículos ponen en peligro toda la estructura
que la teología ha elaborado acerca de la naturaleza del dios bíblico y del
mismo Jesucristo. Sin embargo, es preciso recordar que Yavé, el dios bíblico NO es Dios, sino solo el dios de Israel, como la Biblia lo afirma hasta la saciedad.
“...que viendo los HIJOS DE DIOS que las hijas de los hombres
eran hermosas, tomaron para sí mujeres...”
(Gén. VI-2).
“Había gigantes en la tierra en
aquellos días, y también después que se llegaron LOS HIJOS DE DIOS a las hijas de los hombres...”
(Gén. VI-4).
Es
indudable que el falicismo (sexualismo) era una manía irrefrenable en los
rabinos, y no hubo relato alguno en el que no entrometieran el asunto del sexo,
sin meditar en las consecuencias que esto podría traer a la generalidad de sus
embustes religiosos. La cosa era
plagiar del Mito, aunque con su imprudencia y pasión por las leyendas helénicas,
arruinaran el cuento del monoteísmo judío. Y a
pesar de que la parte doctrinaria de su religión los obligaba a que su dios
fuera célibe, inconscientemente, y talvez por efecto de la propaganda
subliminal de las actividades donjuanescas de Zeus, lo enredaron en un problema sexual que no
tiene explicación en un dios de la supuesta naturaleza de Yavé. No lo metieron directamente a él, pero “SUS HIJOS” no se
escaparon de que los rabinos los envolvieran en cuestiones de faldas con “las
hijas de los hombres”, y sin mucho preámbulo o necesidad, los pusieron a
fornicar con las hembras humanas. Esos
toques eróticos de la Biblia
son el sello distintivo de la proclive conducta de los rabinos, y jamás
pudieron prescindir de ellos. Y es aquí
en donde viene nuestra pregunta a los bibliómanos (fanáticos de la Biblia) que de buena fe o
con contumacia, traten de justificar esa metida de pata: ¿Quiénes
eran esos HIJOS DE DIOS y quiénes sus madres? ¿O
también fueron creados de la “nada”, como la Tierra? Esos HIJOS DE DIOS debieron tener madres humanas para poseer cuerpos
físicos sujetos a los deseos de la carne; y solamente así se podría explicar la elección por las hijas de los
hombres y la necesidad de trato carnal.
¿No es así? Debieron de ser algo
así como Heraclés, el hijo de Zeus y Alcmene; o como Dioniso, el también hijo “del que truena en las
alturas” y la bella y trágica Semele. O como Cristo. Y eso sí que nos mete en un lío mayúsculo que
bien vale la pena examinar con sumo cuidado.
Si eran hijos de Yavé, este tuvo que engendrarlos por el método
convencional en alguna mujer o mujeres.
Y de ser este el caso, RESULTARÍA QUE JESUCRISTO NO
ES EL HIJO UNIGÉNITO DE ESE DIOS BÍBLICO. ¿Verdad? Una estocada mortífera al dogma principal
del "cristianismo". Pero si se nos
argumenta que esos individuos eran de origen espiritual, emanados de la deidad
bíblica, entonces NO DEBERÍAN DE POSEER APETITOS SEXUALES, pues su conformación superior no
requeriría de esa práctica estrictamente humana; actividad “pecaminosa” y
contraria a la naturaleza de Yavé y los dioses del panteón bíblico.
Como
resultado de esa reflexión, se nos presenta un problema mucho más complicado
que el anterior desde el punto de vista de la ortodoxia teológica. Si Yavé tuvo hijos “directos”, sin
participación de mujeres ni de relaciones sexuales, estos
tendrían que ser de su misma esencia, es decir, dioses como su padre; y, por lo tanto, la religión judaica y su
hijo, el cristianismo, TIENEN QUE SER POLITEÍSTAS, porque en esos versículos están admitiendo
la existencia de muchos dioses. Los HIJOS DE YAVÉ
tendrían que ser dioses como él, si fueron emanados de su propia substancia; o
semidioses, si fueron engendrados en hembras humanas. Y cualquiera que sea la escogencia que se
haga, nos situamos a las puertas de un complejo problema cuya solución NO está al alcance de
bibliómano alguno. Si los hijos de Yavé
eran de su misma y única naturaleza, la religión judaica y su derivado el
cristianismo TIENEN QUE SER POLITEÍSTAS porque su manual de fe admite una
pluralidad de dioses. Pero si esos individuos
eran hijos de mujeres, resultaría una CATÁSTROFE PARA EL
CRISTIANISMO, pues Jesús NO SERÍA EL HIJO UNIGÉNITO del dios bíblico como
sostienen los evangelistas. Un
problema irresoluble a menos que se sacrifique alguna parte del dogma, o se
borran de la Biblia
los incómodos e imprudentes versículos con los cuales los rabinos parodiaron
algo de las andanzas picarescas de Zeus, el padre de los dioses. Un análisis profundo de este tema podría
enredarnos en una de las famosas discusiones bizantinas, y es por eso que no
insistiremos más en el asunto; sin embargo, les sugerimos a nuestros lectores,
y especialmente a los bibliómanos, una meditación serena sobre este dilema que
no es de poca monta, y que NO DEBE obviarse con explicaciones milagreras o conclusiones
basadas en “la profunda fe a que está obligado todo buen cristiano”; y
con la cual se quiere decir, que debe hacer la vista gorda. El
problema de “LOS HIJOS DE DIOS” es
descomunal, como diría nuestro querido y amable Don Quijote.
Si le gustó esta “Chispa”, hágala circular entre sus amistades y repártala a su gusto y por los
medios que tenga a su disposición.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S.
Correo:
rhizaguirre@gmail.com
Blog: “LA
CHISPA” http://lachispa2010.blogspot.com/