979 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia
cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
JUDAÍSMO versus
ISLAM
Situemos en
el campo de batalla a los dos ejércitos religiosos del momento. Por un lado, el judaísmo y sus secuelas: todas las formas de cristianismo y
mormonismo. Y en la esquina opuesta,
el Islam. Los buenos y los malos, según la definición
maniqueísta e intransigente de los occidentales… y del Islam. Y como somos parte de los “buenos”, hemos
recibido el adoctrinamiento necesario para rechazar las ideas coránicas y estar
en contra de todo lo que sea de origen “malo” (árabe), porque todo lo nuestro
es “bueno”. Igual en el otro
bando. Ellos son los bondadosos, y todo
el occidente, los “infieles” que deben morir, según las interpretaciones
ortodoxas de los más fanáticos entre ellos.
Así se plantea el problema en el campo intelectual, religioso, político
y militar. Solo el exterminio del bando contrario es la solución. Conversión o
aniquilamiento. No hay convergencia, tolerancia ni puntos intermedios de
entendimiento. Todo lo de ellos es malo,
y todo lo nuestro es bueno. Esa es la
única tesis que hemos conocido desde que los judíos se apoderaron por completo
de Hollywood. El Vaticano hollywodense nos ha inculcado una sola idea: destruir al
Islam con el ejército formado por todo el Occidente bajo el liderazgo de los
judíos. Una cruzada moderna para
aniquilar a los enemigos de Israel (todo lo que les estorba). Algo así como las campañas de exterminio de
Josué; pero esta vez, sacando las castañas con las manos del gato gringo.
Catequización
sistemática e infinita acerca de lo malos que son los árabes; y por otro lado,
abrumadora, aburridora y repetitiva propaganda acerca de lo buenos, sufridos,
inteligentes y elegidos que son los
judíos; de cuántos óscares y premios nobel han ganado, de lo buenos banqueros
que son, de lo astutos que son para hacer “rescates financieros”, de su tolerancia
y sufrimiento eterno. De
los cautiverios, holocaustos y exterminios a los que han sido sometidos por los
goyim. Saturación cinematográfica acerca
de sus fiestas y celebraciones: pascua,
panes, pentecostés, expiación, tabernáculos,
el Purim, trompetas… No hay película
hollywoodense en la que, venga o no al caso, no nos saquen la cuestión judía:
los pogromos, el antisemitismo, la comida Kosher, el Bar Mizba de alguien, o la
Janucá (que ya casi es fiesta nacional en USA). Y desde esas plataformas de “diálogo”, no
parece existir la menor posibilidad de entendimiento. Un occidente liderado por los judíos y sus
pupilos yanquis, igualmente intolerantes y despectivos, son los delegados a
esta mesa de negociación internacional; y por el otro lado, un conjunto de
pueblos separatistas que presentan todas las escalas que van desde los
moderados, hasta los fanáticos que no le hacen ningún favor a la causa del
Islam.
Pero, ¿cuál
es el motivo de ese enfrentamiento? ¿La
religión? Si solo fuera eso, occidente
también tendría que estar en guerra contra todo el Lejano Oriente, incluyendo a
la India, pues tales pueblos NO SON
JUDÍOS NI CRISTIANOS. Son
hinduistas, budistas, taoístas, sintoístas y todos los ístas que nos podamos
imaginar. Religiones que, en su concepción espiritual y
filosófica, son radicalmente distintas del judaísmo y sus hijuelos occidentales
(cristianismo en todas sus versiones). Y
aunque son las que dieron origen a todas las religiones de este lado del mundo,
aquellas conservan bien deslindado el campo de acción en el cual tienen que ver
con el hombre. De ellas se copiaron TODOS los “libros sagrados y revelados”
de los que tanto nos vanagloriamos en occidente. Y esas
religiones SÍ que son agresivas en
contra del dogmatismo judaico y, desde ese punto, bien justificarían una guerra
en su contra. Pero ahí NO HAY PETRÓLEO.
La cuestión, pues, no parece ser ideológica; sobre todo, cuando
consideramos que el Corán es, en
esencia, un extracto religioso del Antiguo Testamento. El mismo dios (Alá=Yavé), los mismos
profetas, los mismos hombres santos, los mismos mandatos y liturgia, la misma
intransigencia religiosa, el mismo menosprecio
y crueldad por las mujeres, la misma contumacia en cuanto al individualismo
y la libertad de creer. Mucha gente
habla de la crueldad árabe en la pedrea
de las adúlteras o rebeldes, pero ¿no es esa una norma tomada del Viejo
Testamento? Y el que Jesús haya
“perdonado” a la prostituta del cuento, no significa que esa ley haya
desaparecido de la Torá. Los cristianos
evaden cuidadosamente esos pasajes, pero ahí están en el Pentateuco, tan vivos
y vigentes como la circuncisión, la expiación y todas las leyes que le dan ese
carácter severo y cruel al texto mosaico.
El Corán no difiere de la Biblia en cuanto a dureza e intolerancia; aunque
se podría decir que aquel es más condescendiente. Recuerden que muchos fanáticos de la Biblia NO permiten la transfusión de sangre
aunque en eso les vaya la vida. La
Biblia y el Corán son parientes cercanos, originados en el mismo dios y en la
misma raza SEMITA (árabes y judíos),
aunque no les guste. Los hijos del primogénito de Abram y Agar,
siguen reclamando su primacía, y los judíos, negándola.
Entonces ¿qué
es lo que hace la diferencia entre estas religiones? Pues lo mismo que determina nuestro partido
político o equipo de fútbol: CATEQUIZACIÓN.
Gracias a este método, damos como
válidas las cosas más absurdas imaginables de nuestra religión. Aceptamos
que un muerto leproso pueda revivir tres días después de fallecido. Que alguien pueda transformar el agua en
vino; que un hombre pueda dividir el mar formando dos paredes verticales de
agua; en fin, infinidad de “milagros” de lo más increíbles y ridículos.
Y la piece de résistance de la propaganda
anti Islam (lapidación de las mujeres),
fue tomada de la Biblia. Ese mandato ESTÁ VIVO en la torá. Y ¿por qué no lapidan a las mujeres
adúlteras judías? ¿Porque estas no
cometen adulterio? ¡Claro que no! No lo hacen solo porque los ayatolas judíos
(los rabinos ortodoxos) NO TIENEN EL
PODER TOTAL en Israel, y porque en los países ajenos a ellos (que es donde
vive la mayoría de judíos), NO es
legal hacerlo. Entonces, parece que
estamos en medio de un pleito familiar (judíos y árabes) en donde “sin querer
queriendo” nos han involucrado en forma gratuita. Ambas formas de religión son obcecadas y de
una dureza temible. Y es solo a través
del filtro del cristianismo, como a nosotros los occidentales se nos hace
tolerable el judaísmo y hemos llegado a ser sus defensores oficiosos. Resumiendo: judaísmo e Islam son dos ramas
religiosas originadas en dos facciones de LA
MISMA RAZA: árabes y judíos, y no hay razón alguna para que los
occidentales estemos sufriendo calenturas ajenas por las diferencias
interpretativas que ambos hacen de sus respectivas doctrinas. Y mucho menos, nosotros los latinos que nada
tenemos que ver con ese ancestral problema familiar. Que declaren “inmunda” a una mujer porque ha
parido o está con la regla, ese es problema de las judías; y que lapiden una
mujer por ser adúltera, ese es un problema humano y de todos, pero sobre el
cual casi nada podemos hacer, ya que esas mujeres así entrenadas, consideran
que tal medida es correcta. A ellas les
gusta usar la burka… y mientras eso sea así, ¿qué le vamos a hacer? La indolencia de los pueblos es lo que
permite los abusos de los poderosos… y de la religión.
Fraternalmente
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