685 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
PRENSA TIMORATA
La
prensa en Costa Rica es muy “académica,
respetuosa, sumisa, estirada”; siempre se anda por las ramas y nunca dice
nada abiertamente. No se compromete,
solo está pendiente de que lo que dice no
sea querellable. Se ajusta, se adapta, repta, calla, espera;
no hay periodismo, no hay periodistas, y si los hay, se amoldan a “sus” empresas,
que son organismos comerciales que solo se preocupan por la opinión de los
anunciantes y por no incomodarlos con nada que pueda producir el retiro de la
propaganda. ¿Que hay excepciones? Debe haberlas, pero en medios
insignificantes que no llegan a la gran masa.
Y salvo algunos pasquines que nadie toma muy en serio, toda la noticiología que se produce en Costa
Rica es formal, “democrática”, respetuosa,
timorata, TIBIA como diría el
“epistolero” Pablo. La prensa NO INVESTIGA al gobierno como debería
ser. No cumple con el papel social de
contralora de las actividades de este. No
se aventura ni corre riesgos, no denuncia nada que pueda afectar los intereses
de los dueños de estos “negocios” que, generalmente, tienen todo tipo de conexiones
con el oficialismo y las sinvergüenzadas que allí se gestan y producen. Solo se conforma con reproducir lo que les
informan en las oficinas del Estado. El
asunto de las famosas “COMISIONES”
debió ser divulgado por los noticiarios mucho antes de que reventara el petardo.
Si
no fuera porque don Abel Pacheco
tuvo la hombría y el compromiso cívico de denunciar a los expresidentes,
semejantes delitos hubieran pasado inadvertidos
para el público en general. Solo hasta
que don Abel “destapó el tamal”, fue que los diarios empezaron a hacer eco del
problema. Aquí NO hay reportajes investigativos acerca de las actividades de los
hombres públicos. Solo vengativo con el político que no
favorece a las empresas anunciadoras con exenciones o
dólares baratos. Todo el mundo sospecha de la choricera oficial, pero ante la carencia de un periodismo
vindicatorio de los intereses del pueblo, todo se resuelve en puras bolas. En suposiciones y cuentos maliciosos que nada
contribuyen con la Verdad y Transparencia que debe acompañar los actos de los
gobernantes. El argot que utiliza la
prensa es TIMORATO, zigzagueante y
difuso; nunca llama a las cosas por su nombre.
Con esa fórmula, en este país nadie es ladrón, borracho, reo, tramposo,
prevaricador o mentiroso, y nadie le roba al Estado (pueblo). Nadie es responsable de nada. El “oficio” ha creado un vocabulario especial
(genérico) con el cual todos quedan bien.
Un preso no es un PRESO (por
cualquier crimen que haya cometido), es un PRIVADO
DE LIBERTAD. Y con ese eufemismo,
cualquier asesino, violador o ladrón, queda en una categoría que parece ser la
de alguien que sufrió un accidente legal injusto o no merecido que lo llevó a
la condición referida. Nadie es
estafador ni aprovechado de la función gubernamental, sin importar que lo hayan pillado con las manos en la masa.
Siempre
se emplea un lenguaje oblicuo que NO
nos permite saber si el indiciado es o no un delincuente. Todo el tiempo se trata de: “EL SUPUESTO”. Nunca ES,
siempre es “el supuesto”. “El supuesto violador fue capturado en la
escena del crimen; el semen encontrado en la vagina de la víctima es del
indiciado, según estudios médicos”.
“Veinte testigos vieron cuando el ‘supuesto’ asesino terminó con la vida
de don Fulano”. “Todas las pruebas periciales, testimonios e
informes bancarios demuestran que el ‘supuesto’ estafador, se benefició de su
poder político para el enriquecimiento ilícito de él y sus amigotes”. Por eso aquí nadie roba, estafa, engaña,
prevarica ni comete peculado. Todos son
“supuestos” ladrones, estafadores, engañadores, prevaricadores o
“peculadores”. ¿Y por qué se utiliza
este vocabulario de encubrimiento? Por
conveniencia y facilidad; así nadie se compromete ni corre riesgos. A nadie se incomoda y todos quedan bien con
todos. Pero ese no es el papel de la Prensa de Verdad. NO DEBERÍA SERLO. No es suficiente el pretexto de decir que
eso sucede porque las leyes así lo determinan.
Si estas son cómplices de los delincuentes, DEBEN SER DEROGADAS Y REFORMADAS. La prensa no debe escudarse detrás de
semejante deficiencia jurídica, pues esta tiene el poder para hacer que se
cambien esas leyes que toleran, enmascaran y protegen los actos deshonestos de
los ciudadanos, en especial, los de los
políticos y gente poderosa. Los
alegatos acerca de los derechos humanos de los delincuentes NO DEBEN estar por encima de los de la
población honesta. Un funcionario que le
ha robado al pueblo, no puede ni debe ser encubierto por ley alguna. Y debe tratársele de acuerdo con lo que ES y no como un “supuesto”. Si es ladrón, es
ladrón. Si es estafador, es
estafador. Si es aprovechado y cometió
peculado, debe dársele el calificativo que merece.
¿Cómo
es que la ley permite, con el silencio y complicidad de la prensa, que los
delincuentes lleguen, entren y salgan de los tribunales o donde sea, con las
caras cubiertas por trapos, abrigos, paños o suéteres? ¿Por qué se les permite el anonimato
protector a los asesinos mientras las víctimas sí son retratadas, divulgadas y expuestas a las represalias de los
compinches de los que las agredieron? La
prensa debería ser más comprometida con el pueblo; por desgracia, los intereses
de este nada le importan a las empresas de la noticia, comerciantes que
desconocen cuál es la ética que rige (o debería regir) la labor divulgativa. Y
aunque haya profesionales que conocen lo anormal de la situación, están
obligados a plegarse a la política de los propietarios y la conveniencia de la empresa. O a irse…
Por dicha que existe “Extra”
ese pasquín amarillista que, aunque está muy lejos de ser un diario respetable,
al menos presenta ciertas noticias de manera tan irreverente y picante que nos
hace sonreír. No en balde es el informativo
del populacho, aunque solo sea como feroz contribuyente del morbo de la
población.
La
prensa puede hacer mucho más por la salud moral de nuestro pueblo y GOBIERNO; sin embargo, ese no es un
objetivo rentable de las empresas de avisos económicos. Y por más buenos periodistas que haya, casi
todos terminan convertidos en plumarios al servicio de una causa que muy poco
tiene que ver con el PERIODISMO. O
de panegiristas en ciertas oficinas del gobierno o empresas privadas. O
desempleados. Lástima tantos profesionales
que se desperdician en diarios que lo primero que hacen es castrarlos.
Periodiquescamente ¿Cómo anda este asunto en su país?
Ricardo Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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